Desde el 30 de octubre del año pasado los restaurantes y bares franceses están cerrados; solo pueden vender comida para llevar, de acuerdo a una disposición del Gobierno para contener la pandemia. Se prevé la reapertura para mediados de febrero, pero lo cierto es que las restricciones en Francia no han dejado de endurecerse. De hecho, el toque de queda comienza a las 18.
La rebelión de los restaurantes franceses
En ese contexto, algunos propietarios de restaurantes se unieron en rebelión para defender su derecho al trabajo. El líder del movimiento de protesta fue el chef Stéphan Turillon, quien anunció que reabriría el 1° de febrero e incitó a sus colegas a que lo imitaran. "No se combate la pandemia cerrándolo todo", le dijo a AFP mientras servía a decenas de comensales en el exterior de su restaurante.
Difícil momento para los restaurantes franceses
Ante esta provocación, Bruno Le Maire, ministro de Economía francés, sentenció que a los bares y restaurantes que abrieran sus puertas se les suspenderían durante un mes las ayudas del fondo de solidaridad del Estado, y de manera definitiva si reincidían (los negocios pueden optar por ayudas de € 10 mil al mes o una compensación del 20% de sus ingresos, con un máximo de € 200 mil mensuales).
Aún así, la rebelión de los empresarios gastronómicos se hizo notar en todo el país, pretendiendo “hacer reflexionar al poder político, para que encuentren otra solución al cierre total". Algunos debieron dormir en la comisaría, algunos locales fueron clausurados e, incluso, 10 jueces fueron multados por ir a almorzar a un restaurante.
"Para los hosteleros es muy duro económicamente y moralmente, pero eso no justifica saltarse normas sanitarias", concluyó el ministro Le Maire.
Cabe mencionar que Francia tiene un promedio de 20 mil casos de Covid-19 por día y más de 75 mil desde el inicio de la pandemia.
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