A finales de 2018, la cifra de turistas en el mundo alcanzó los 1.400 millones, una estimación que la Organización Mundial del Turismo (OMT) había pronosticado para 2020. De esa cifra, Europa recibe más de la mitad, concentrada en las ciudades mejor conectadas por aeropuertos internacionales.

Teniendo en cuenta esa situación, en un reciente encuentro con representantes del sector turístico de varios países de Latinoamérica, Luis García Codrón, director general de Europamundo, explicó que “el modelo de malla que perseguía Europa ha fracasado y el turismo internacional cada vez viaja más a bajo costo a ciudades grandes y bien conectadas, pero crea poco valor y deja de lado poblaciones más pequeñas y zonas rurales que poseen patrimonios históricos y paisajísticos igualmente interesantes”.
Asimismo, el directivo sostuvo: “El aumento del turismo sin control no es bueno ni para las ciudades ni para la industria. La ‘turismofobia’ es ya una realidad en Europa. Hay muchas zonas de Madrid, Barcelona, Ámsterdam o Venecia donde los visitantes no son bienvenidos por los vecinos. La solución no se limita al discurso político de no ofrecer más camas de hotel o prohibir el acceso a determinadas zonas, sino que pasa por descongestionar los destinos masificados ofreciendo alternativas igualmente atractivas”.
Por su parte, Alejandro de la Osa, director del Mercado Latam de la compañía, señaló que “la masificación del turismo impacta negativamente en la percepción de calidad por parte de los viajeros, que se resiente cuando comparten su experiencia con miles de turistas, mientras los índices de satisfacción aumentan en los destinos menos masificados. Por eso Europamundo apuesta progresivamente por disminuir la estadía de sus viajeros en los destinos muy populares, a favor de lugares con patrimonios igualmente interesantes pero que ofrecen una experiencia de viaje más apetecible”.
En ese sentido, detalló: “Aunque cubrimos los clásicos destinos masivos, disminuimos los días de visita y complementamos la estadía con jornadas de descubrimiento de poblaciones más pequeñas y zonas rurales poco accesibles. Por ejemplo, en vez de pasar tres noches en Barcelona, llevamos a nuestros pasajeros a la cercana Girona, una ciudad con un magnífico patrimonio y un movimiento turístico muy reducido. En tanto, desde Madrid van a Ávila y a otras poblaciones cercanas. En China, en vez de visitar solo el pueblo más famoso de Guillin, vamos a otros igualmente atrayentes, pero en los que la vida local transcurre como antaño. Y de esta manera contribuimos al desarrollo de comunidades más alejadas, con menos recursos, que realmente se ven beneficiadas por un turismo sostenible”.
De la Osa también habló del importante papel de las agencias en todo el proceso, ya que “en el momento de contratación del viaje deben contar con información y herramientas para explicar a los viajeros que quizá sus expectativas de un destino no se corresponden con las visitas masificadas que van a experimentar, y entonces deben ser capaces de ofrecer alternativas atractivas que generen satisfacción”.
En ese contexto, el directivo destacó la nueva ruta “Rusia - Volga” hacia Kazán, el territorio tártaro totalmente inexplorado para los viajes organizados, con paradas en maravillosos lugares como Gorojovets, Nizhni Novgorod, Makarievo, Cheboksary‐Chuvasia, Yoshkar-Olá, Svijaschk y Kazán; como así también circuitos poco transitados en la costa oeste de Estados Unidos, rutas propias en Asia que conectan Hong Kong y el sur de China, con posibilidades en Cantón, Macao, Huangyao, Yangshuo, Longsheng, Chengyang, Guanxiao y Shaoshan; o Filipinas con sus maravillosas playas y naturaleza.
“Los turoperadores tenemos la responsabilidad de mejorar el modelo turístico. La masificación ha roto el equilibrio y nosotros debemos encargarnos de aliviar esta situación y, a la vez, optimizar las experiencias de los viajeros”, concluyeron García Codrón y De la Osa.
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