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Europa: cuestionan el reemplazo del avión por el tren

Desde abril se eliminarán los vuelos más cortos en Francia. Sin embargo, un informe de Europa duda de su utilidad para reducir emisiones de CO².

El 1º de abril los vuelos más cortos de Francia, los servicios domésticos, desaparecerán. Quienes deban viajar en esos tramos deberán utilizar el tren. Se trata de la primera medida de ese calibre que se aplica en Europa. Sólo permanecerán operativos, en esos tramos, aquellos vuelos en conexión con el aeropuerto Charles De Gaulle, el hub de París. Debido a este esquema, aunque rutas como París/Lyon no se verán prácticamente afectadas, se han cancelado ya servicios desde el aeropuerto parisino de Orly a Burdeos, Nantes y Rennes.

Hace un año el Congreso francés aprobó la medida y constituye un intento de reducir las emisiones de CO² de la aviación. Sin embargo, un estudio de la consultora Oxera, llamado “Vuelos de corto alcance y la conectividad sustentable” (“Short-haul flying and sustainable connectivity”), encargado por ERA (European Regional Airlines Association), ACI-Europe, ASD Europe (AeroSpace and Defense Industrie Association for Europe), Canso (Civil Air Navigation Services Organization) y A4E (Airlines for Europe), pone en duda la utilidad de reemplazar al transporte aéreo por el ferroviario.

Dudas en las entidades de Europa

“El cambio de modo del aire al ferrocarril se ha propuesto como parte de la solución para descarbonizar el transporte en la UE (Unión Europea), y se ha fomentado mediante propuestas recientes como las prohibiciones de vuelos en Europa en distancias menores a 500 km. En estas distancias, es probable que el aire y el ferrocarril sean más intercambiables, y el ferrocarril tiende a tener menos emisiones y una menor huella ambiental que la aviación, por pasajero-kilómetro”, comienza diciendo Oxera. “Sin embargo, la propia AEMA (Agencia Europea de Medio Ambiente) considera que el impacto ambiental de un cambio de modo al ferrocarril por encima de esta distancia ‘no es sencillo’ por una serie de razones”, indica Oxera y prosigue: “se deben considerar las implicaciones de un cambio de modo de aire a ferrocarril en rutas de corta distancia, pero es importante determinar los aspectos prácticos de este cambio”. “Es probable que un aumento significativo en el número de pasajeros en la red ferroviaria exceda las capacidades de los ferrocarriles existentes en muchos casos, y puede requerir la construcción de infraestructura ferroviaria adicional lo que implicaría grandes costos de CO² y tiempos de recuperación de carbono significativos”, remarca la consultora. “Otras consecuencias indirectas incluyen una posible ‘pérdida’ de tráfico hacia la carretera, que puede producir mayores emisiones que los viajes aéreos, así como la fuga de carbono si los pasajeros de los vuelos de conexión utilizan aeropuertos fuera de la UE. Al mismo tiempo, a medida que los sectores del ferrocarril y la aviación se descarbonicen, se reducirá la brecha entre las emisiones de CO² del aire y del ferrocarril. Por lo tanto, es probable que cualquier inversión en un cambio de modo hacia el ferrocarril genere rendimientos futuros más bajos en términos de recuperación de carbono. Además, la aviación puede generar grandes beneficios sociales y económicos, incluidas ganancias de conectividad en áreas rurales y facilitar el turismo y la IED (Inversión Extranjera Directa)”, explica el informe. “Estos factores deben tenerse en cuenta al decidir la política óptima para la aviación de corta distancia en Europa. En general, es probable que ofrecer una gama de opciones de transporte y fomentar la intermodalidad entre ellas ofrezca la mejor solución desde una perspectiva social, económica y medioambiental”, concluye Oxera.

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