Japón multiplicó por más de ocho el número de turistas que recibió en 2023, pasando de 3 a 25 millones de turistas en un solo año, según datos de la Organización Nacional de Turismo de Japón (JNTO, por sus siglas en ingles). Y se espera que este 2024 no vaya a menos.
Japón quiere frenar el turismo de masas: ¿qué medidas se están tomando?
El gobierno de Japón está estudiando medidas e impuestos que reduzcan el número de visitantes, ya que este año se prevén 33 millones de arribos internacionales.
El país del sol naciente ya ha recibido unos 12 millones de visitantes en lo que va de año y prevé alcanzar los 33 millones hasta diciembre, superando de esta manera el récord de 32 millones de 2019.
El aumento más considerable de viajeros proviene de México, que suben un 104% respecto a antes de la pandemia, seguidos por los de Estados Unidos (47,3%) y países de Oriente Próximo (44,6%), según la JNTO.
La afluencia de turistas aportó 5,3 billones de yenes (31.400 millones de euros) a la economía japonesa en 2023, reforzada por un atractivo tipo de cambio entre el dólar y el yen.
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¿Qué sucede con el turismo de masas en Japón?
En Japón, el turismo de masas ha arrastrado las prefecturas locales, lastradas por la escasez de mano de obra.
Además, más de la mitad de compañías japonesas afirman no tener suficientes empleados, según una reciente encuesta de Teikoku Databank, una firma de investigación crediticia. La falta de trabajadores ha provocado un récord histórico de quiebras empresariales: en mayo se registraron 1.016 bancarrotas. El sector de servicios y el de transportes están entre los más perjudicados.
También el país ha tenido que tomar medidas a escala nacional, desde Tokio hasta las islas más remotas de la península. En Shibuya, por ejemplo, el barrio de moda en la capital, las autoridades han restringido el ocio nocturno debido al ruido y el mal comportamiento de algunos turistas y jóvenes.
Impuestos de entrada a turistas
Las islas japonesas también han empezado a sentir las réplicas de este auge turístico: la oleada de extranjeros a algunas islas remotas en la prefectura de Okinawa ha llevado a varios gobiernos locales a imponer un impuesto de entrada a los viajeros.
Estas acciones son consecuencia de que, en un país con unas reglas sociales tan estrictas como Japón, la mala educación de los extranjeros tiene difícil encaje.
En lo que refiere a Kioto, se ha demostrado que las multas que estaban en vigor no son suficiente para evitar que los turistas se lancen como paparazzis a sacar fotos de las mujeres que salen de los locales de ocio, y que incluso lleguen a tocar sus sofisticados kimonos.
Declarada la guerra a los turistas internacionales
Entre otras medidas que se están tomando, ahora acercarse al monte Fuji tampoco será tan fácil como antes. De esta forma, se ha instalado una valla de casi 2 metros para evitar la avalancha de visitantes al pueblo por el que se accede a la mítica montaña.
Además, todo el que quiera realizar senderismo por la zona tendrá que pagar un impuesto de 12 euros al día.
"He dado instrucciones a todos los ministerios para que trabajen, en coordinación con el ministro de Turismo, Tetsuo Saito, para incorporar en sus políticas el plan de prevención desarrollado para lograr que se pueda vivir, visitar y aceptar el turismo", comentó el Primer Ministro, Fumio Kishida, recientemente.
En adición a esto, el gobierno de Japón está aconsejando subir los precios y así desincentivar los viajes, una de las recomendaciones que se incluyen en el Plan para un Turismo Sostenible. Algunas rutas de autobús incrementarán sus tarifas, y lo mismo ocurrirá en la entrada de algunos templos y parques naturales con mayor afluencia.
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