En toda crisis hay una oportunidad. Es cierto que ante la pandemia uno de los sectores más afectados ha sido la industria del del turismo, pero también este nicho el que tiene un gran potencial de reinvención ante las demandas de los viajeros del futuro.
El confinamiento nos ha restringido y cambiado la forma de relacionarnos, pero también- estoy seguro- ha despertado en la mayoría de las personas un deseo por retomar la exploración de nuevos lugares y experiencias, de reencontrarse con otras culturas y seres humanos.
El viaje seguirá vigente y se retomará con fuerza, pero no como la conocíamos hasta antes de la pandemia. Los nuevos pasajeros cambiarán los traslados temáticos acotados a pocas horas o a un solo día, por viajes integrales de mayor duración que les permitan combinar una visita de negocios, con recorridos culturales, días de descanso y encuentros con familiares y amigos. Todo, con el objetivo de aprovechar al máximo las estancias en cada nuevo lugar por descubrir o reconocer.
Muy probablemente en este escenario, las personas se sentirán motivadas a aventurarse a destinos locales antes de querer cruzar las fronteras. Y está bien, pues cada país tiene riquezas excepcionales que despiertan interés para cualquier visitante. Sobre todo en regiones como Sudamérica, donde la autenticidad cultural, la gastronomía y la diversidad de paisajes y bellezas naturales en cada uno de los países constituyen grandes atractivos.
Aquí, el desafío para quienes participamos y desarrollamos el turismo, es adecuarnos a los requerimientos de los próximos viajeros que, por un lado, darán prioridad a aquellos servicios que aseguren protección, seguridad y tranquilidad a todo el ecosistema. Y por otro, a los que ofrezcan mayor conectividad y adaptabilidad para cubrir los objetivos de sus estadías.
En relación a lo primero, será fundamental reinventar desde ya las formas de atención a través de la implementación de medidas sanitarias que protejan a empleados y viajeros, sobre todo en los hoteles, tal como lo está aplicando la cadena Accor, a través de la ejecución de 150 protocolos de higiene y seguridad.
Sobre lo segundo, tendremos que ser capaces de reacondicionar espacios para que los huéspedes cumplan actividades diversas, incorporando por lo demás más herramientas digitales y tecnológicas de primer nivel que les permitan mantenerse conectados en cualquiera de los destinos, pues es un hecho que será cada vez más frecuente recibir a personas que trabajarán viajando.
La reinvención que hoy experimenta la industria la dota de un gran potencial que se expresará sólo si cada uno de los actores vinculados incorporamos los aprendizajes que ha dejado esta crisis, y que tienen relación con la preparación de los equipos de trabajo y la calma para afrontar las difíciles circunstancias. Manteniendo estas cualidades, será posible definir un nuevo mapa de ruta, con un turismo más responsable, que se adecúe a las exigencias de los nuevos tiempos y nos impulse a viajar nuevamente de forma segura y protegida.
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